No todos mis encuentros fueron como el primero que hice de forma consciente, antes de ese momento hubo muchos otros intentos del “mas allá” de llamar mi atención. Algunos me hacían cuestionar mi salud mental. Creo que el más representativo y con más peso en mi historia ocurrió a partir de mis tres años. Justo en esa época se cruzaron dos eventos espirituales que cambiaron mi percepción de la vida, la muerte y todo eso que me contaban en la iglesia infantil cristiana los domingos. 

A esa edad ya podía expresar con claridad muchas ideas, mi mamá se empeñaba en convencerme de que todas ellas eran simple imaginación, especialmente los amigos imaginarios, tenía muchos, no recuerdo como aparecieron ni desde que edad, pero recuerdo que eran tan reales e impredecibles como cualquier humano. Muchos niños tienen amigos imaginarios, solo que los míos más que amigos eran enemigos, no me dejaban jugar ni comer ni dormir. Recuerdo sus voces aun “no comas, no lo necesitas eres una niña” “no duermas, no lo necesitas, habla con nosotros”. Sus voces se oían como si salieran de una radio con algo de ruido. Al principio no les hacía caso, pero comencé a sentir que eran amenazas más que sugerencias, estar cerca de ellos me producía nauseas, dolores de cabeza muy intensos, mareos, y cuando no les hacía caso, me invadía una inmensa sensación de miedo, tristeza y desolación. Terminaba por llamar a gritos a mamá. La forma de calmarme era siguiéndome la corriente así que ella entraba
enfadada y les pedía con voz severa que salieran de mi habitación y me dejaran señalando con su dedo amenazante la puerta abierta, ellos obedecían en el momento, aunque al día siguiente o más tarde regresaban.

Debo aclarar que muchas de las cosas que decía con justos tres años me las ha contado mamá porque de algunas cosas tengo vagos recuerdos asi que no se decir cuando exactamente, pero un día poco antes de cumplir tres, apareció un niño muy especial que siempre estaba allí, él no era malo conmigo, me defendía, jugaba conmigo y me animaba, la sensación que me transmitía era cálida y familiar, lo nombraba tanto que mi mamá comenzó a indagar. Se llamaba Camilo tenia ojos miel claros, pelo rubio, mejillas regordetas con hoyuelos, era muy bromista y travieso. Estuvo conmigo muchos meses hasta el día que se llevaron a mi mamá al hospital, estaba de parto, todos se fueron con ella, pero a él no lo vi y no estaba en toda la casa, no volvió a aparecer hasta que mi mamá entro en casa con un hermoso bebe en brazos de ojos color miel claro llamado Camilo. Esa imagen si la tengo clara y vibrante en mi recuerdo. Lo vi y en mi mente algo cambio. Por un momento comprendí lo que pasaba con nuestras almas y estaba segura de que mi hermano Camilo era aquel niño que había entrado en su cuerpo físico, me parecía natural y lógico. Mamá trato de convencerme de que tenía tantos deseos de tener a mi hermanito que había inventado uno antes de que naciera, como una buena niña quise creer a mamá, pero el pasar de los días me daba la razón, Camilo se iba convirtiendo en mi descripción exacta de ese pequeño niño con el que jugaba a diario y que había desaparecido el día que nació Camilo. Para mi tenía todo el sentido, así que a partir de ese momento siempre hubo una dualidad en mi interior entre lo que yo sabía y lo que sentía que debía creer.

Foto real de Camilo. (1993)

Al mismo tiempo se producía otro fenómeno del que yo en ese
momento no me daba cuenta, al nacer mi hermano, comencé a sentirme muy sola, en esos días yo aprendía a decir correctamente la palabra cicatriz y me costaba mucho, decía “Ticatriz”. No pasaron muchos días desde el nacimiento de Camilo cuando apareció entre mis “amigos imaginarios” otra niña que se presentó de este modo, ella decía llamarse Ticatriz, era mayor que yo, tenía unos seis a siete años y al igual que Camilo, era buena conmigo, jugábamos y hablábamos mucho, y yo en el fondo sabía que en realidad no era imaginaria, pero era muy pequeña para afrontarlo.
Se convirtió en mi mejor amiga, ella siempre sabia cosas de la gente que yo no entendía, hacía que cuestionara toda la información que llegaba a mí, sobre todo me hacía cuestionar la información que me imponían como realidad, la de la iglesia y las innumerables psicólogas a las que me llevaban. Me preparaba para soportar las palizas de papá que en esa época consumía muchas drogas y alcohol y los llantos de mamá que daban mucha tristeza, me ayudaba a cuidar a Camilo y me hacía sentir querida y acompañada. No sé si por miedo o por diversión mamá me seguía el juego y ponía un plato más, me preguntaba por ella, donde estaba sentada
o como era. Ticatriz era muy simpática, lo único que me pedía a cambio de su amistad era que no le contara a mamá como se veía ella físicamente. Ella era un poco tétrica visualmente, pero cuando entraba en un lugar todo se llenaba de luz y una agradable sensación cálida en el estómago.

Entonces yo no lo sabía, pero delante de mi tenia dos fenómenos paranormales que me enseñaban naturalmente sobre la vida antes del cuerpo y después de la muerte…

Continuara…


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6 Responses

  1. Hija. Me alegra que estés escribiendo sobre esto. Fueron épocas duras para ti sin mi apoyo como madre. Pudimos haber aprendido juntas, pero te tocó aprender sola y luego abrirme los ojos y enseñarme. Gracias

  2. Huuuaaaauuuu mi hermosa Daniela,te amo mi hermosa pequeña a través de ti estoy aprendiendo muchas cosas que no me son claras por situaciones similares y bueno pensaba que era la única,jajajaja super quiero saber mas

  3. Un tema bastante interesante para mí pues siempre me he sentido algo ex
    traña con respecto a los demás creo mucho en las energías y siempre e pensado que somos la versión mejorada de nuestro yo anterior.

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