Después de mi primer encuentro buscado y consentido con un ser incorpóreo, comencé a sentir mucha curiosidad por el instrumento que me llevó a esa increíble experiencia, pasaba horas mirando el péndulo improvisado que me había dado el indígena. Él me había dicho que el péndulo era peligroso si lo usaba como método de comunicación, pero mi curiosidad crecía día a día.

Un par de semanas más tarde, Clara una antigua amiga que no veía hacia algunos años me invitó a su casa a tomar un café después de la jornada laboral. Ella estaba emocionada por contarme su “fórmula secreta” para entender a los hombres. Yo estaba simplemente feliz de socializar con alguien ya que se me dificultaba mucho en esa época.

Al entrar a su casa sentí un peso en mi frente, era algo similar a sentir un imán pegado al entrecejo atraído por el suelo. Ella me ofreció una aspirina y pensando que era un simple dolor de cabeza me la tomé y continué mi visita. La conversación fluía sin dificultades hasta que se dispuso a mostrarme su “fórmula secreta”, se fue por un momento y al volver traía una aguja ensartada en un hilo grueso. Se sentó a mi lado en el sofá y de inmediato la atmósfera se puso pesada, casi como si el aire a mi alrededor se volviera espeso y me costara respirar.

Clara tomó el hilo dejando la aguja colgando como un péndulo y me explicó los movimientos con los que había programado la aguja para saber cuándo decía ‘si’ o cuando decía ‘no’. Ella comenzó a preguntarle sobre las cosas que pensaba o que amaba el chico que a ella le gustaba, a simple percepción eran preguntas inofensivas. Después de tres o cuatro preguntas, mi incomodidad comenzó a crecer y sentía un extraño sonido ruidoso en mi cabeza. De repente mi mente formuló la pregunta “bomba” – ¿Quién está manipulando la aguja? ¿Quién está contestando las preguntas? Inmediatamente una sombra muy oscura y sólida comenzó a materializarse ante mis ojos, era una figura enorme con forma humanoide. Así que lo verbalicé, le pregunté en voz alta – Clara, ¿quién te está respondiendo las preguntas?”. Ella me miró por un segundo y luego fijó la vista en la aguja y comenzó a temblar y a tomar con ambas manos el hilo como si la aguja pesara toneladas. En un segundo, y como una lanza, la aguja resbalo de sus manos y se clavó un poco más de la mitad en su pierna. El sobresalto me mandó al otro lado del sofá desde donde vi cómo se formaba en la sombra una sonrisa macabra con dientes afilados. Clara miraba la aguja en su pierna sin tocarla, estaba en una especie de shock. En unos segundos la sombra despareció y yo pude reaccionar, corrí a la cocina buscando servilletas, y traté de sacar la aguja de su pierna mientras le hablaba tratando que ella me contestara, pero ella sólo miraba al vacío. Su mirada cambió y comencé a sentir miedo, no se me ocurrió más que abrazarla. Unos minutos después ella me pidió que me fuera sin mediar más palabra, cogí mi bolso y salí de su casa.

En el camino de vuelta a mi casa el ruido que sentía en mi cabeza y el peso en mi frente se fueron reduciendo, como si a medida que me alejaba de Clara la sensación fuera despareciendo. Esa noche me di cuenta de que Clara me había bloqueado y borrado de todas sus redes sociales, sentí que ella me culpaba a mí por lo ocurrido. En cierta medida yo también me culpaba, me resultó difícil conciliar el sueño los días siguientes y cuando lograba dormir despertaba gritando en mitad de la noche. No paraba de pensar en las palabras del indígena.

Comencé a leer sobre péndulos, radiestesia y sus funciones, busqué videos y tutoriales tratando de encontrar respuestas a lo que había sucedido. Pero lo único que encontré fue mucha información contradictoria de lo que es posible y seguro hacer con los péndulos. Durante una meditación de relajación, después de uno de los cursos que tomé para aprender sobre péndulos, me vi regresando a la tienda donde había visto mi péndulo por primera vez. Para mi sorpresa, dentro de la tienda ya no había mostrador, pero el hombre que me lo había entregado estaba allí de pie sonriendo. Lo reconocí inmediatamente esta vez. Era el hombre de mi primer encuentro consciente. Esta vez sólo dijo: “no temas, la información llegará cuando estés preparada para recibirla y yo estaré acompañándote”. Su voz era audible, tranquila y dulce. Sentí mucho amor y todo se volvió blanco, bañado de luz. Pude abrir mis ojos y sentir mucha paz al finalizar la meditación. En medio de esa paz inmensa cogí mi péndulo improvisado y quité sus cuerdas y adornos, tomé el cuarzo desnudo entre mis manos y le dije, como hablándole a un íntimo amigo, – Tu servirás a esta radiante luz y nunca traerás la oscuridad. El cuarzo se calentó en mis manos hasta una temperatura agradable, como respondiendo a mis palabras. Desde entonces lo tengo siempre en los lugares donde medito.

En cuanto a lo que pasó con Clara después, según supe por un amigo en común, fue internada en una unidad psiquiátrica y salió al poco tiempo, pero alrededor de un año después fue sometida a un exorcismo. Sus padres comentaron a este amigo que su comportamiento comenzó a ser extraño meses antes de mi visita a su casa, cosa que alivió mi culpa. Hace tres años no tengo más noticias de ella, pero deseo con todo mi corazón que encontrara la ayuda que necesitaba.



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  1. Una historia escalofriante, pero Real. Es increíble cómo hay tanta gente que se deja engañar buscando satisfacer sus propios deseos. Gracias por compartir tus historias y por servir al mundo con tanto amor.

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