En esta entrega me gustaría hablar sobre esta palabra que me ha condenado tantas veces, pero que hoy me libera.

En la actualidad la usamos indiscriminadamente para referirnos a amigas cercanas con las que compartes chisme, personas que no nos caen bien, o alguna con una intuición desarrollada, también cualquiera que se dedique a experimentar en algún ámbito espiritual, mujeres que leen cartas o hacen hechizos.

Pero esa palabra me aterraba cuando era niña, por la imagen que se ha proyectado de las brujas desde el catolicismo y los cuentos infantiles. Como ya sabes, crecí en una iglesia cristiana evangélica. Donde no solo lo que yo sentía era malo, también nos enseñaban que casi todo lo que se diera fuera de la iglesia era satánico y maldito. Crecí escuchando que el Señor le había revelado al pastor que Tarzán o Blancanieves eran satánicos, ya ni hablar de Pokemon o Dragon Ball, escuchar música pop también, mucho más cantarla o bailarla. Si te gustaba el rock ibas directo al infierno, debías arrepentirte. Yo nací el último año de la década de los 80’s, crecí en el boom de Michel Jackson, Gorillaz, Christina Aguilera, Backstreet Boys… Era muy difícil ser una buena cristiana. Las personas como yo no tenían cabida en un lugar así; me sentía aplastada por el peso del juicio final en el que ardería en el infierno porque no podía arrepentirme de escuchar, bailar o cantar algo que me fascinaba.

Recuerdo que un último día antes de vacaciones, se hizo un recital en mi colegio que finalizó con un concierto de rock y metal donde participaban los alumnos de bachillerato. Para ese entonces yo tendría alrededor de ocho o nueve años, estaba completamente aterrada pegada a la silla, mi corazón latía a mil y me costaba respirar. No me asustaba la música, lo que me asustaba era lo que producía dentro de mí, sentía cada sonido con sumo placer, no podía parar de pensar que tenía algo muy malo en mi interior y que sería castigada por disfrutar de ese fantástico estruendo que salía del auditorio.

Al salir nos recogió mamá con una amiga suya que llamaremos Espe, en ese entonces estaban muy unidas y pasaban mucho tiempo juntas con la otra amiga que mencionamos en el capítulo del cuadro llamada Meya. Al preguntarnos cómo nos había ido, mi hermano, que estudiaba en el mismo colegio, habló del concierto; dijo que se había ido en cuanto empezó a sonar la “música satánica”, ella se dio vuelta para mirarme, me sentía culpable así que opté por no sostenerle la mirada, no dije nada. Comenzó a despotricar de la música que llamaba a los demonios y a las posesiones. Contaba historias de poseídos por medio de esta y de las brujas que gozaban con esa “música metálica” como le llamaba ella. Esto dio pie para que se iniciara una conversación entre mi madre y Espe sobre una mujer que estaba asistiendo a la iglesia, se rumoreaba que era bruja, que había hecho pactos satánicos, que era prostituta y ahora quería el perdón de Dios. Se hablaba de ella con cierto miedo, aunque yo nunca vi en ella una amenaza, a nadie le constaba ninguna de esas cosas. 

Al llegar a casa de Espe, se puso muy seria y me apretó contra ella en un abrazo incómodo, mientras me decía bajito “tienes que renunciar al diablo mentiroso, tú eres hija de Dios y por eso no vas a terminar como una bruja”. Nadie me atacó, pero indirectamente me hicieron sentir culpable por haber disfrutado del concierto. 

En mi niñez la forma de enseñarnos sobre el bien o el mal era con terrorismo, metiéndonos miedo a cualquier cosa que se considerara del diablo. Un diablo que parecía estar en todas partes, sobre todo en cada cosa que me llamara la atención. En el fondo de mi ser yo no creía estas historias, quizás por eso me arriesgaba a escucharla. 

En casa mis padres siempre me animaron a cantar, mi papá oruga me enseñaba con boleros de Luis Miguel, a mamá le gustaba porque siempre fue una romántica; sin dejar de insinuar que mejor fuera música cristiana, no me prohibió cantar otros géneros, aunque sí aconsejaba ceñirme a las enseñanzas de la iglesia.

Por esos días llegó mi tía Claudia, la hermana mayor de mamá, a pasar la temporada vacacional en casa de mis abuelos. Era una época oscura para mí, mis padres estaban a punto de separarse y el ambiente no era bueno, por lo que pasábamos la mayor parte del tiempo en esa enorme casa. Me sentaba horas en el estudio a colorear y a ver la TV. Una tarde encontré MTV, estaban poniendo un video que creo recordar era de los Foo Fighters, aunque me dicen que no podía ser por la época; sin embargo, sería algo del mismo género. Me quedé alucinada viendo la TV, solté los colores y me dediqué a sentir la música. De repente entró mi tía, mi reacción fue tratar de cambiar el canal y esconder lo que estaba escuchando. Fui muy lenta porque ella me quitó el mando a distancia, volvió al MTV, se sentó a mi lado y me preguntó si me gustaba. Creo que le dije que no, tenía mucho miedo de ser juzgada.

Esta es buena. Dijo sonriendo.

Aprovechando que mi mamá no estaba, mi tía sacó una caja con cassettes y me llevó a la sala de estar, donde había un gran equipo de sonido.

Te voy a mostrar la música más chévere de todas.

La seguí con mucha curiosidad, me senté en el sofá grande y ella a mi lado mientras empezaba la música. Recuerdo que no paraba de mirarme con una sonrisa pícara atenta a cada gesto que salía de mí. Con ella me sentía muy segura, aunque mamá siempre me advertía que ella hacía cosas contrarias a nuestra religión. La música empezó y su sonrisa se pronunció. Sonaba Pink Floyd, cuando escuché el sonido de las guitarras, mi piel se erizó como cuando escuchaba cantar a Beyon C en Destiny’s Child, sin entender lo que me pasaba, de mis ojos empezaron a brotar lágrimas, pero no de tristeza, no podía evitar sonreír.

¿Por qué me salen lágrimas tía?

Porque la música te conmueve mi amor, te ves muy linda sonriendo, aunque te salgan lágrimas.

Era evidente que la música me hacía feliz.

Tía, ¿y esta música no es del diablo? —Ella se echó a reír.

-Tal vez te digan que sí, pero yo te aseguro que no.

Así que, con esa maravillosa música de fondo, le conté lo que había pasado días atrás y mi preocupación por terminar siendo una bruja o llegar a una posesión. A continuación, tuvo lugar una de las conversaciones más importantes de mi niñez, ella me contó que no todas las brujas eran satánicas, que el satanismo es una religión y que hay brujas en todas las religiones, que además las satánicas eran una minoría. Habló sobre las buenas, era la primera vez que escuchaba que una bruja podía serlo. También mencionó a las sanadoras, oráculos, videntes. Todas esas artes que yo sabía de sobra que la iglesia rechazaba. Dijo que la música era de inspiración divina, en ese momento no lo entendí, pero me explicó que el Diablo era la parte más oscura de la humanidad y que hacía cosas terribles, estaba muy ocupado generando catástrofes y guerras, que no tenía tiempo de componer cosas tan bellas como las que sonaban en ese momento. Fue una conversación larga en la que me hizo ver efectivamente que la iglesia no me daba toda la información. Sentía sus palabras hacer clic dentro de mí como si todo encajara. Pero era una niña con mucho miedo, así que guardé sus enseñanzas en “un cajón con llave” muy adentro de mi ser.

Tras esa charla tan valiosa, mi tía puso otro cassette que llevaba un rato girando en sus manos con un lápiz con el que rebobinaba y me dijo:

Esta, te va a poner contenta.

Al darle al botón de play corrió a mover la mesa central de la sala, se paró en frente de mí alargando sus manos como llamándome. Tardó un poco en empezar a sonar la música, era son cubano. 

-Vamos a bailar — me dijo con tono alegre. 

Me levanté y mi cuerpo se empezó a mover solo, esa sensación no la olvidaré, era como si cada parte de mí recordara como se baila, aunque no me hubieran enseñado; me mostró un par de pasos y bailamos y reímos un buen rato, luego apago la música y me abrazó muy fuerte 

-Mi amor, el arte es divino, divino viene de la divinidad, o sea de Dios, de la fuerza que no entendemos cómo creó todo esto, —dijo señalando el jardín que se veía por la ventana —Y tú nunca vas a ser del diablo, aunque seas cantante, bailarina o secretaria, ¡ni siquiera si llegas a ser bruja! —dijo casi gritando.

Unos días después, me sentía muy enferma, con fiebre, dolores de garganta y oído. Me dejaron sola acostada y arropada en una habitación de la casa que me daba mucho miedo. Me sentía muy mal, muy sola, pero como mamá tenía que atender una visita, subía de vez en cuando a ver cómo estaba y cambiarme los paños de agua fría para bajar la fiebre. Quería quedarme dormida pero el miedo no me dejaba, de pronto entró mi tía y se sentó en la cama. 

¿Me dejas? —dijo poniendo sus cálidas manos alrededor de mi cuello y cerró los ojos por varios minutos. 

Lentamente mi cuerpo dejó de tiritar y temblar, el sueño me venció por fin. Lo siguiente que recuerdo es despertar por los gritos de mi mamá prohibiéndole a mi tía volverme a tocar para practicar ningún tipo de sanación. No recuerdo las palabras, pero recuerdo que me sentía mejor físicamente, y que mi corazón se rompía porque no podía creer que ese acto de amor fuera una cosa tan mala. Salieron discutiendo de la habitación y volví a sentirme terriblemente sola.

No me dejaron ninguna oportunidad esas vacaciones de estar a solas con ella para preguntarle qué era lo que me había hecho. Pero la realidad es que las infecciones de garganta y oído me aquejaban desde bebé y siempre tardaba muchos días en irse, incluso semanas; esta vez pasaron unas horas hasta que pude levantarme a jugar con mis primos como si no hubiese estado enferma. Uno de ellos intentó explicarme por encima lo que años más tarde pude entender como Reiki.

A lo largo de mi niñez viví muchas situaciones no solo por mis dones, también los de mi familia, que dejaban en ridículo las imposiciones de la iglesia. Una vez mi mamá me dejó durmiendo en la casa de otra tía, Pao. No practica ningún arte oculto ni nada parecido, pero tampoco es una mujer especialmente religiosa, estudió filosofía y las ideas que proponía no iban contra la iglesia directamente, pero desde el respeto si me empujaban a cuestionarlo absolutamente todo. Como dije antes era una niña llena de miedos y despegarme de mi mamá me costaba mucho, así que estaba alerta. Esa noche escuché ruidos y voces, me asusté y salí corriendo hasta la habitación de mi tía, por el pasillo había un desfile de espíritus de niños que atravesé corriendo con un pánico que crecía por segundos. Encontré a la tía sentada en la cama hablando “sola”, me miró, parecía consciente de verme, aunque estaba sonámbula y me dijo que había muchos niños que necesitaban luz.

¡Prende la luz!

Yo le hice caso, ella volvió a acostarse y siguió durmiendo. En ese momento me daba miedo estar con ella, así que corrí despavorida y me metí en la cama con mi hermanito arropándonos a ambos por encima de la cabeza y lo abracé hasta que empezó a salir el sol.

En otra ocasión fuimos a un paseo con mi tío Pepe, también hermano de mamá, y pude presenciar por primera vez una regresión que le hizo a una amiga que viajaba con nosotros.

Trató bajo hipnosis su fobia a las ratas, fue una sesión muy bonita, vi cómo la expresión de su cara cambió durante la sesión y la tranquilidad con la que se expresó contando todo lo que sintió cuando acabó. 

Es increíble el resultado tan inmediato de la terapia de regresión. Fobias, miedos o traumas encriptados en la mente son somatizados y salen en forma de síntomas como dolores de cabeza, úlceras gástricas, enfermedades congénitas… que aparecen sin razón aparente. Por medio de la hipnosis clínica se va al origen del problema, se sana perdonando, entendiendo, o cambiando la forma de verlo. La frase del tío Pepe es “tú te enfermas, tú te curas, yo te ayudo”.  Fue un evento tan especial para mí, tan mágico de ver que, aunque la iglesia me dijera que era malo yo sabía que un día aprendería a hacerlo y ayudaría a personas igual que él.

Por recordar y mencionar otros eventos trascendentes, mamá me advirtió casi un año antes de que sucediera que iba a quedar embarazada, me insistía en ello, lo soñaba con frecuencia y aunque yo me cuidaba, sucedió igualmente. Dentro de la iglesia estos dones que mostraba mi mamá la convertían en profeta, siempre que esos dones estuvieran a servicio de la iglesia era admirada y respetada. Tenía visiones y sueños a menudo, todo lo que veía ayudaba a otros a sanar o a cambiar, a veces era sobre el presente y otras pocas sobre el futuro. En vez de decirle videncia, le llamaban profecía, que viene siendo lo mismo. Pero cuando ella decidió salir de la iglesia y apoyarme, muchos años después, los integrantes de estas iglesias, personas que decían haberla amado, que decían ser amigos y hermanos, que se beneficiaron de sus dones, la catalogaron como rebelde, desobediente y hasta bruja.

Desarrollados o no, mi familia siempre vivió con ciertas dones o habilidades que van más allá del plano físico. No solo la familia de mamá, la de papa oruga también, aunque no pueda hablar de ello por falta de información. Sin importar las creencias que cada uno tenga, sus habilidades no desaparecen y pasan de una generación a otra a través de algunos miembros de la familia.

Claudia Rego, Pepe (Jose Luis Rego), Paola Rego y mi mamá Juliana Rego.

Aún recuerdo de niña cuando llegábamos a lugares donde las cosas no iban bien, mamá me mandaba a recorrer cada rincón para ver si podía sentir algo que estuviera mal. Yo no sabía cómo o por qué, pero siempre daba con el problema que hubiera. Algunas personas en la iglesia le llamaban discernimiento, otras decían que tenía en mí la gracia del Espíritu Santo, pero al igual que con mamá, cuando mis dones empezaron a salir del servicio a la iglesia, comenzó el ataque personal hacia mi persona.

En 2016 después de la muerte de papá oruga decidí hacer algo con estas habilidades y hacer público mi servicio hacia los demás, ya hacía hipnosis regresiva para entonces, pero no sabía cómo usar lo que veía para ayudar a otros. Busqué ayuda especializada en mis dones para que me enseñaran a usarlos de una forma más concreta y al servicio de la gente que lo pudiera necesitar sin importar etnia, religión, creencia…Esto desató todo tipo de críticas, y sobre todo acusaciones de brujería y hechicería. No me afectaba demasiado, porque vivía bastante alejada de dichas personas. Aunque a veces pasaban cosas en mi casa que me hacían pensar que, de hecho, a la que estaban haciendo brujería era a mí. 

Vivía en ese entonces en un barrio humilde de Envigado, Colombia, en ese lugar no había ventanas ni luz del exterior, era pequeño pero acogedor. Estaba empezando de cero como tantas veces en mi vida, en mi habitación solo había un colchón en el suelo. Una noche volví a casa de una de mis clases de maestría de Reiki, me sentía aturdida, cansada, me acosté a dormir; en la mañana al despertar me senté en el colchón, cogí mi teléfono móvil, y con ese poquito de luz, vi que el suelo brillaba por todas partes, busqué mis lentes y descubrí que todo el suelo estaba lleno de cristales rotos. Mi mente empezó a analizar qué podía haberse roto mientras dormía, con cuidado despejé una zona dónde poner mis pies para buscar calzado. Al salir de la habitación y encender la luz, vi que toda mi casa estaba llena de cristales y gusanos blancos exceptuando el colchón donde había dormido. Revisé la puerta para ver que estuviera cerrada la basura por si tenía algo en mal estado, las dos únicas ventanas opacas que tenía que daban a un patio interior que era inaccesible. Nada, no había nada que me diera una explicación razonable. Mandé dos mensajes, uno a mi maestro de Reiki y canalización y otro a mi tía Claudia. Mi maestro, dijo que esto era algo que se escapaba a su conocimiento, pero mi tía, me explicó cómo debía deshacerme de todo y cómo limpiar mi casa para protegerme.

Cuando ayudamos públicamente, quienes no entienden lo que hacemos pueden desearnos cosas malas y a veces también llevarlas a cabo. Duré un tiempo más viviendo en ese lugar

hasta encontrar una casa que parecía sacada de un cuento de hadas, le llamábamos “la casa de los gnomos”. Los primeros meses se sentía como un hogar, era maravilloso. Hacia allí talleres de meditación, clases y consultas. Pero pronto empezaron a pasar cosas extrañas, la gente que venía a los talleres se perdía y nunca encontraban la dirección. La consulta comenzó a ir muy mal y al final tuve que entregar el inmueble porque no podía seguir pagando. Fue entonces, en medio de la mudanza, que una de mis vecinas me dio la respuesta. Se quedó mirándome un momento mientras sacaba cajas y bolsas de mi casa, luego dijo: “hasta que la hicieron irse”. Me acerqué a hablarle, me comentó que los vecinos de la zona, todos muy católicos y “temerosos de Dios”, me tenían miedo y habían iniciado un movimiento para que me fuera utilizado contra mí, lo mismo que pensaban que yo hacía, contratando a personas que practicaban magia negra a cambio de grandes sumas de dinero. Sentí un profundo dolor, la ignorancia de la gente solo era una de las cosas que me hacía sentir dolida, era el prestar servicios veinticuatro horas al día a personas con o sin recursos, para que vecinos que nunca hablaron conmigo ni me conocieron, tuvieran tanto miedo por simples rumores, por que escuchaban cánticos extraños (mantras) que venían de mi casa. Terminé siendo la bruja del barrio, y decían de mí cosas como las que Espe decía de la bruja de la iglesia en mi niñez.

Tres meses más tarde decidí volver al lugar donde había pasado la mayor parte de mi vida.

Vitoria Gasteiz, en España. Volver a empezar lejos, donde la gente tiende a ser más escéptica y menos fanática, pensé que era mi mejor opción. Sabía que me esperaba otra guerra por la relación que mantenía con mi novio en ese momento, pero jamás me imaginé que allí sería juzgada, señalada y perseguida simplemente por existir en ese lugar. Bien sabemos que iglesias hay en todas partes, y mi mamá había pertenecido a una muy grande en esta ciudad tan pequeña. No tardaron en correr rumores de la bruja mala de los cuentos en la que me convirtieron, aparte de mi ex pareja, tenía varias personas relacionadas con la gente de la iglesia que me contaban todas las cosas que se decían de mí, cosas que jamás había hecho, cosas que sí hice pero que habían exagerado y cosas que ni siquiera sabía que se podían hacer.

Un día vi a lo lejos a una amiga, veníamos acercándonos por la misma calle, ella iba acompañada de un integrante de la iglesia que además era familiar de mi ex. Mi amiga paró para saludarme y darme un abrazo, mientras tanto, la mujer que la acompañaba entró en pánico y salió corriendo como si hubiera visto al mismísimo diablo. Quedé en shock al ver su reacción porque además era una persona que realmente me conocía muy poco, mi amiga avergonzada se disculpó por su comportamiento. Eso marcó el principio de la guerra que se gestaba en mi contra.

Otra mañana en el trabajo me pidieron que fuera por unos cafés para todas, trabajaba en un centro de láser estético que estaba en un centro comercial. Entré de prisa sin ver quién estaba sentado en las mesas, mientras pedía escuché que alguien hablaba en un tono alto

¡Vámonos rápido, no podemos estar aquí con esa bruja!

Me di la vuelta y vi a una chica sacando a su hija de la silla y apurando a otra persona que había en la mesa, ni siquiera la reconocí en ese momento, no la veía desde que era pequeña, pero supe en cuanto nuestras miradas se cruzaron qué estaba hablando de mí. El pánico en sus ojos me hacía sentir como si yo fuera un engendro maligno o una enfermedad mortal. Pensé: “coge el café y corre”, al darme la vuelta para pagar, vi la cara de pánico y sorpresa de quien me atendía, dejé el dinero encima de la barra, “quédate con el cambio”, dije sin pensarlo mientras salía del lugar. Estaba tan triste y abatida que me metí al baño del trabajo a llorar, aun escribiendo estas palabras siento cómo se me encoge el estómago. Nunca me había sentido tan odiada y humillada. Volví a casa llorando, repitiéndome que yo no era una bruja.

Los rumores y la persecución se hicieron cada vez peor, al punto de ir a entrevistas de trabajo donde al mirar mis documentos y preguntarme si era la pareja de mi ex, me mandaban a salir directamente. Después del confinamiento y tras todo lo que eso implicó emocional y psicológicamente, buscar trabajo y encontrarme varias veces con esa situación solo hacían más profundo el dolor de ser yo misma. Comenzaron a llegarme rumores de iglesias que hacían cadenas de oración para que Dios alejara a la bruja de la ciudad y de la familia de mi ex, que según ellos estaba hechizado por mí. Si bien nuestra relación era ya difícil por otros temas, esto solo apresuraba la ruptura. Fue en ese momento donde fui a vivir con Amanda y su pareja, ahí comenzó mi liberación interna.

Como ya te conté en el capítulo anterior, ese año fue de exploración, introspección y renovación de todo mi sistema de creencias y de la valoración que yo tenía de mí misma, que era muy pobre debido a la depresión que sufría y mi baja autoestima. Comencé a ir al parque a meditar y a conectarme con la tierra, cada nuevo encuentro con ella me daba respuestas y más preguntas. Una mañana desperté con un mensaje en mi whatsapp de mi tía Claudia. Cito textualmente:

“Bruja: Nombre femenino, lechuza (ave), viene de la palabra “Bruxtia” que significa encanto o magia. Witch: (bruja en inglés), “wise woman” que significa mujer sabia. Eso eres, eso somos. Aves libres, mujeres sabias. Te amo”

Releí el mensaje una y otra vez entre lágrimas y alivio. En ese espacio de tiempo arropada y expuesta al mismo tiempo, llegó la hora de partir para mi tía Claudia. En la penúltima videollamada me dijo entre quejas y dolor que yo tenía que aceptar lo que yo era, e investigar y conocer lo que realmente significaba ser bruja. Dijo que yo había recibido la mayor herencia de todas, todos y cada uno de los dones que se les han otorgado a mis ancestros viven en mí. Necesitaban un cuerpo fuerte y una mente libre de barreras para poder desarrollarlos. Insistió mucho en que continuara explorándome.

La última llamada fue la despedida, conscientes ambas de que esa era nuestra última conversación en esta dimensión. Su partida dejó un hueco enorme en mi corazón, pero esta vez abrí el cajón que había cerrado con llave y que contenía todas sus enseñanzas, después de la última toma de hongos, al escucharme repetir esa palabra en mi mente decidí perdonar, decidí soltar lo que otros pensaran de mí y, sobre todo, decidí que nunca más una etiqueta que me pusieran otros llegaría a ser una ofensa.

Unos días antes de venir a vivir a Barcelona, fui a mi parque favorito, Salburua, la conexión con la tierra en ese lugar se siente latente y fuerte. me senté a meditar y a agradecer por todo lo que ese capítulo de mi vida me había enseñado. La imagen de mi tía golpeo mi pecho, sentí su ausencia y su compañía al mismo tiempo, se levantó un viento que me rodeaba como un remolino, y allí en medio del perfecto arrullo de los árboles con la tía Claudia en mi corazón declaré a viva voz.

¡“Eso somos”!

En memoria de mi amada tía Claudia Rego, quién me mostró mi propio poder. Vives en mi corazón.
09/06/55 – 31/01/21

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6 Responses

  1. Me encantó este texto. Desde el otro lado de la experiencia como persona que busco este tipo de terapias y ayudas espirituales, también me he sentido juzgada, incluso por mi misma por creer y ver mas allá de lo que dicen las religiones.

  2. Elegiste las palabras precisas para darle razón (no explicación) a la palabra bruja. Y elegiste las imágenes más bellas para hablar de nosotras. Tú no vienes detrás de nosotras. Tu vas adelante. “Enciende la luz”

  3. Hay cosas que va mucho más alla de cualquier religión, las personas pasan porque no sabem como explicar, entonces lo que no sabem explicar para ellos es algo que no es de este supuesto Dios, entonces empiezan a nos juzgar como Brujas o brujos, mal sabem ellos que este nombre tiene un lindo significado, ahora a los demás para que criticar los dones espirituales de los otros? Se existen es porque debería existir para nos ayudar, y asi todos ascender juntos, afinal estamos nel mundo y reeencarnamos varias veces para aprender, Danny muchas gracias por compartir su historia de vida, sirve mucho de inspiración! Excelente trabajo y porfavor no pare con su bonito trabajo, le amamos un montón, y el mondo necesita mas «brujas» asi como nosotros, bjsss!

  4. Como un arrullo en la noches sin luna, como una ciudad desierta o como el viento del norte es siempre, en la más profunda soledad, que encontramos la esencia de lo que somos y sentimos y como una estrella en la inmensidad empezamos a alumbrar nuestro camino dando un paso delante del otro hasta tener la fuerza de ser. Ese encuentro es tan bello como terrorífico y allí una vez que abrimos el corazón están ellos, los invisibles que nos dan la mano desde siempre.
    Lo narras de una manera hermosa porque así de hermosa eres tu.

  5. Uuuufff…. Amiga mia… Me encanta todo lo que escribes, al mismo tiempo me arruga el corazón, por dar fe que ciertas cosas que te pasaron ,yo estuve presente,y puedo decir que todo lo que dijiste es la mas pura verdad. No dejes de ser quien eres. Eres muy importante,no solo para mi, si no para mucha gente,vales mucho, y lo sabes. Te amo con el alma mi nenis

  6. Valiente entre las mujeres que te rodean, tienes un don al servicio de la humanidad gracias a el salimos de la oscuridad, gracias por existir como decía mi querida Shelly

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