“¿Eso se puede aprender o naces siendo así?”
Si hubiera podido elegir una habilidad tan peculiar, no habría elegido esta. Me habría interesado más controlar el fuego con pirokinesis, tener hipermnesia o algo parecido al control mental.
Desde que tengo uso de razón tengo recuerdos con seres no corpóreos, fui una niña muy rara y solitaria. La típica niña que nadie entiende y pasa sola los recreos o hace fiestas de cumpleaños a las que nadie asiste. Vivía con pánico de todo lo que me rodeaba, tenía pesadillas todas las noches, muchas veces no distinguía los sueños de la realidad donde veía cosas oscuras, sombras, entidades enormes, niños y luces. Algunas veces estas cosas que veía me hablaban y los niños jugaban conmigo. Mis amigos imaginarios – decía mi madre – no siempre me hacían pasar buenos ratos. Recibía constantes ataques por parte de entidades oscuras tanto físicos como psíquicos y vivía con dolores de cabeza constantes.
Creí por mucho tiempo que estaba tan loca como la gente y mi propia familia decían, me llevaron a psicólogos, psiquiatras, pastores y exorcistas tratando de “ayudarme”. Finalmente, cuando se descartó una enfermedad mental y ningún líder espiritual de ninguna clase pudo quitar lo que para ellos eran demonios, decidí aprender a vivir con ello y tratar de parecer una persona común.
Nunca conseguí encajar del todo en ningún lugar, ni en el instituto, ni en el trabajo, ni en la familia. Con frecuencia me atormentaban las cosas que la gente llevaba consigo, que poco a poco aprendí a alejar parcialmente. No fue hasta ser adulta que decidí que tenía que hacer algo con ello. Tenía 24 años cuando buscando trabajo desesperadamente en la ciudad de Bogotá, Colombia, fui a parar al lugar preciso: un estudio de Yoga.
Tuve la fortuna, de trabajar junto a maestros llenos de luz y conocimientos que me instruyeron en la meditación como herramienta para dominar mi mente y entrenar mi don. Al principio las meditaciones me hacían llorar desconsoladamente, sentía que todo mi sufrimiento salía con mis lágrimas. Comencé a sanar mi corazón de toda esa tristeza y soledad que sentía, perdonando y aceptándome tal como era. En poco tiempo mis meditaciones me mostraban cómo las luces que veía tomaban diferentes formas y la oscuridad y sombras se reducían hasta casi desaparecer. Cada vez eran menos frecuentes los ataques y aparecían más luces en cada meditación.
Un tiempo después se me hacía tan sencillo meditar que lo hacía gran parte del tiempo que tenía libre, mi mente y el ruido del exterior se callaban y aparecían ante mí visiones extrañas pero hermosas que me traían mucha paz y me guiaban hacia mis primeros contactos conscientes y consentidos con estos seres. Mi capacidad de recibir mensajes y entenderlos fue creciendo, el miedo y las pesadillas desaparecían por temporadas y todo lo que alguna vez creí una maldición, ahora me parecía una oportunidad de encontrar las respuestas de las cosas que siempre había deseado saber y que seguramente tú también te has preguntado alguna vez.
¿Hay vida extraterrestre? ¿Hay una misión de vida? ¿Qué sentido tiene vivir? ¿Qué ocurre al morir? ¿Dios realmente existe? ¿Existen los ángeles? …
Muchas de estas y otras preguntas me fueron resueltas a lo largo de mi desarrollo espiritual y mi sanación emocional. A medida que mi don crecía mis preguntas y ansiedad por conocer el universo también lo hacían. Así fue como años después comencé a comunicarme de forma consciente y sin necesidad de meditar con las luces que descubrí eran mis guías de luz, lo que la religión católica llama ángeles, para terminar de sanar traumas y vivencias que contare en otras ocasiones.
La muerte de mi padre (papá oruga), me introdujo en un viaje experimental a través de lo que sabía que podía hacer, mi sentimiento de pérdida y mi afán por ayudarlo a trascender. Mi viaje tenía como destino la mujer que soy hoy y mi trabajo como misión de vida, poniendo al servicio de la humanidad mis dones y experiencias.
Entendí y acepte mi misión el día que pude lograr que mi papá oruga soltara su ego y dejara de “penar”. Deje a la niña rara convertirse en la mujer curiosa y maravillada de la vida que no quiere dejar de crecer y compartir, mientras ayuda a las almas que se quedan atrapadas en su ego a ver la luz y a su vez ayuda a los vivos a conectarse con sus seres queridos y con sus guías para sanar su pasado y proyectar un mejor futuro.
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